Actuar en salud: sobre los cuidados de la salud bucal

Soy odontólogo y también soy padre de seis hijos. Mi hijo menor tiene síndrome de Down y por eso muchas veces me consultan sobre los cuidados dentales para las personas con síndrome de Down, si difieren o no, de los cuidados en las personas de la población general.

Mi experiencia como padre primerizo cuando cursaba los primeros años en la carrera de odontología, primero, y la experiencia profesional cuando nació mi sexto hijo con síndrome de Down, después, me ayudaron a entender mejor y comprobar que no existen grandes diferencias para actuar en el cuidado de la salud bucal de las todas personas, en general.

Cuando mi hijo mayor tenía 4 años detecté en uno de sus dientes una manchita oscura. Me preocupé. Mis experiencias infantiles con el dentista no habían sido del todo buenas. Entonces le dije que esa mancha quería decir que su diente estaba enfermo y que iríamos a visitar al “doctor de los dientes”. Él estaba tranquilo pero a mí me faltaba confianza. Cuando era chico, algunos profesionales no nos explicaban qué iban a hacernos en la boca en cada consulta. Era habitual extraer la muela que no nos había dejado dormir por el dolor. Era común tapar el “pozo” que había generado una caries, y listo. Esa era una guerra perdida en la que los dentistas tapaban algunos agujeros mientras las bacterias generaban más caries de las que eran reparadas.

Tenía miedo de que él también tuviera una mala experiencia.

Cuando llegamos al consultorio, el doctor se dirigió directamente a mi hijo. Fue muy atento y lo trató con mucho cuidado. Le preguntó: ¿A vos, te interesa cuidar tu salud?  Álvaro, en su media lengua le contestó que sí y que se cepillaba los dientes, también. Entonces el doctor le dio un cepillo de dientes y le pidió que le mostrara cómo lo hacía. El cepillado no duró ni 10 segundos. Entonces “el doctor de los dientes” nos explicó que ningún cepillado bien hecho puede durar menos de 3 minutos.

“Si yo barro 10 veces el consultorio a las apuradas, me va a quedar sucio en todos los rincones. Es mejor  barrer una vez bien y no diez veces mal”.  Esa fue su explicación para que Álvaro entendiera mejor.

También le corrigió detalles de la técnica de cepillado y dijo que siguiera practicando en casa. En las visitas siguientes veríamos el resultado. Y así fue cómo en las visitas que siguieron tomaron confianza y creció un vínculo y se sostuvo en el tiempo.

Cuando nació mi sexto hijo, Galo, con síndrome de Down, ya hacía algunos años que era odontólogo. Por suerte pude aplicar los conocimientos como papá y como profesional para acompañarlo en los cuidados de su salud bucal.

Con la experiencia como papá primerizo entendí:

  • La importancia en la confianza al profesional y la buena relación.
  • El aprendizaje de las maniobras de higiene oral.
  • La necesidad de incorporar hábitos diarios de higiene y de alimentación.

Con mi experiencia como odontólogo puedo compartir algunas sugerencias:

  • Visitar al odontólogo u odontóloga con una frecuencia de seis meses, salvo casos particulares que requieran menos tiempo. Así se contribuirá al beneficio de actuar en salud antes que en la enfermedad. Es decir, mejor prevenir que curar.
  • Asistir a los niños y niñas en el aprendizaje del cepillado, hasta que logren hacerlo con autonomía  y comprobar que  adquirieron el hábito.
  • Realizar el cepillado dos veces al día, siendo el de la noche el más importante.

Es recomendable esperar 30 minutos después de haber comido para realizar el cepillado. Los ácidos que contienen los alimentos desmineralizan el esmalte dental y con la acción del cepillo se desgasta ese esmalte reblandecido. Entonces, si esperamos, dejamos que la saliva neutralice la acción de los ácidos.

  • Tener en cuenta la alimentación en el cuidado de la salud bucal.
  • Evitar los dulces pegajosos (caramelos, chupetines) porque permanecen más tiempo adheridos al diente.
  • Evitar las bebidas azucaradas, porque al ser líquidas penetran en todos los pequeños espacios entre los dientes.

Los azúcares perjudican la salud bucal porque sirven de alimento a las bacterias que causan más del 90% de los problemas odontológicos. Se corre un alto riesgo de provocar caries cuando se supera la cantidad de momentos en los que se consumen azúcares (no más de 4).

Es probable que las personas con síndrome de Down presenten, con más frecuencia, algunas características que, obviamente, si aparecieran requerirán atención adecuada como lo son el retraso y alteración en la erupción dentaria, permanencia en los dientes temporarios que requieren ser extraídos para permitir la erupción del definitivo, agenesia que quiere decir ausencia de algunas piezas dentarias, dientes más pequeños o con formas cónicas, bruxismo, boca entreabierta por su hipotonía muscular, grietas y surcos linguales.

Los cuidados dentales de las personas con síndrome de Down son los mismos que los de la población general. Necesitarán los mismos apoyos o más y el tiempo que cada uno requiera según sus particularidades.

Para terminar, los aliento a que realicen las visitas necesarias al odontólogo u odontóloga y acompañen y apoyen a sus hijos en el cuidado de su salud bucal tengan o no síndrome de Down. La salud la hacemos entre todos y para todos. Como padres somos agentes responsables en el cuidado y en la difusión.

Por Jorge Carlos Thorp

Odontólogo M.P. 22594

¿Cómo manejan en casa el cuidado de la salud bucal? ¿Cómo lograron el aprendizaje del cepillado de dientes? ¿Cómo es su experiencia con el odontólogo?

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