Se cree, por desconocimiento, que realizar una actividad artística es sólo ocio. Y si bien esto es correcto, además de hacerlo como esparcimiento, puede contribuir realmente a nuestra construcción como persona.
Existen muchos beneficios de la práctica de actividades artísticas en personas con síndrome de Down para la vida independiente, sólo mencionaré algunos de los más relevantes para que podamos cambiar la mirada y, tal vez, más personas se animen a hacer arte.
En primer lugar, definiré qué se considera que es el arte inclusivo, o bien el arte con personas con discapacidad, para así ir borrando mitos alrededor de esta situación. La Convención Internacional de las Personas con Discapacidad establece en su artículo 30 “el reconocimiento y derecho a la participación en la vida cultural, las actividades recreativas, el esparcimiento y el deporte en igualdad de condiciones con las demás personas”. Podríamos decir que, a partir de comprender lo que esta ley establece y desde ahí construir posibles basamentos, surge la idea de arte inclusivo.
Como arte entendemos un conjunto de disciplinas o producciones del ser humano de fines estéticos y simbólicos a partir de un conjunto determinado de criterios que buscan representar, a través de medios diferentes, el universo de las inquietudes humanas.
El arte inclusivo, por su parte, posee el mismo fin, sólo que no practica diferencias entre las personas con y sin discapacidad, se aleja de los golpes bajos, se transforma y se organiza con prácticas que contemplen a todos, eliminando o minimizando barreras físicas, personales o institucionales. Se lo entiende como la posibilidad de generar un ambiente que realce las capacidades de los artistas, sin existencia de techos, que permita un ámbito de colaboración, compromiso y comunidad, y donde exista una relación activa entre todos los miembros.
De esta forma, ofrece un horizonte de igualdad, lo que no significa que todos hagan lo mismo (los mismos personajes, las mismas obras, iguales coreografías, que canten las mismas canciones), sino que las diferencias artísticas enriquecen.

La docencia y la dirección artística deben estar atentos a los distintos modos de aprender, ya que algunas personas con discapacidad practican las disciplinas artísticas aquí desarrolladas por repetición, otras con grandes y profundas explicaciones, otras incorporan la obra una vez pasada por la práctica, el cuerpo o la voz (en el caso del canto) y otras, numerosas, por grandes tiempos de acumulación.
Es posible incluir en ese proceso maneras diversas de interacción, dejando espacio para el error, el imprevisto, y permitiendo conjeturas o reflexiones distintas. Todo esto suma al desarrollo integral, alejado de formatos tradicionales. Porque, sin duda, toda propuesta que se aborda desde la diversidad de los modos de relacionarse enriquece; utilizar siempre la misma vía puede hacer que la propuesta quede incompleta o empobrecida.
Habiendo definido el encuadre, nos detendremos a hablar de qué valores tienen estas construcciones antes mencionadas. El arte es una construcción grupal, siempre hay un alguien que lo disfruta, o bien que construye con uno mismo. Ya sea como en el teatro, que hay otros actores y actrices interviniendo, en una exposición de arte visual hay espectadores observando. Por tal motivo, las relaciones interpersonales se potencian. Luego se abre un canal cognitivo enorme, que permite una mayor apropiación de contenidos distintos, y una versatilidad a la hora de resolver emergentes. Está comprobado que una persona que realiza actividades artísticas, puede “manejar mejor” las problemáticas que una persona que no lo hace, porque la creatividad está siempre presente. El disfrute es otra área bien potencializadora, no por el hecho de hacer un hobby, que sí lo es, sino porque quien disfruta la vida está más dispuesto a la escucha para el desarrollo de cualquier mejora singular.
Estos tres beneficios, que son sólo algunos de los que circulan alrededor de la práctica artística, pueden retroalimentarse y potenciarse infinitamente, permitiendo a la persona con síndrome de Down conocerse mejor, y si uno se conoce mejor, su vida independiente también será mejor.
Por Lic. Juan Ignacio Acosta, fundador-director general de la compañía Las Ilusiones.
¿Conocías estos beneficios? ¿Tu hijo/a practica alguna actividad artística?