Me encontré en un brete cuando me ví con la hoja en blanco y me dije “quiero escribir sobre los hombres de ASDRA, pero … ¿qué digo?”.
En principio, algo que por remanido no deja de ser auténtico: GRACIAS.
Se me vinieron a la cabeza varios papás, abuelos, hermanos, que diariamente acompañan, trabajan y/o colaboran en la Asociación con mucho respeto y cariño, no sólo desempeñándose en cargos o actividades sino también y principalmente, desde sus roles de cara a su hijo/a, nieto/a, o familiar, así como de cara al resto de la familia y la sociedad.
Sin embargo, aquellos que pertenecemos a asociaciones de familias, solemos encontrar más mujeres en los “espacios de acción o trincheras”, como yo les llamo. Es verdad que las mamás, abuelas y mujeres en general estamos acostumbradas al “multitasking” (realizar varias tareas a la vez), a resolver problemas haciendo malabarismos y que claramente, tal como comparto con varias de ellas, encontramos una motivación intrínseca personal y social en poder “hacer algo” también desde un lugar de lucha y acción colectiva.
Muchas veces me pregunté y me pregunto “¿por qué será que sucede?” y barajo distintas suposiciones: ¿falta de tiempo?, ¿de interés?, ¿vergüenza?, ¿timidez? ¿priorización de otras cosas? ¿descreimiento?.
Las opciones son diversas, pero en ASDRA me consta que los varios hombres que me cruzo tienen interés, garra y compromiso, y que jamás los escuché quejarse de falta de tiempo, aun siendo difícil también para ellos dedicarse y participar.

Cuando las mujeres vemos la interacción de nuestros hijos y familiares con varones, nos damos cuenta de que aportan muchas cosas, que tienen que ver con la frescura, la espontaneidad, la flexibilidad, la camaradería, y que, en la mayoría de los casos, pueden saltar de eso a la postura de un límite, sin tanta vuelta, y con firmeza y claridad a la vez. Sin querer meterme en terrenos científicos, puedo asegurarles que esta interacción ayuda mucho no sólo al desarrollo social y cognitivo, sino también emocional de la persona.
Después de esta breve reflexión, y como referente de la Comisión de Diversidad y Género, se me ocure con mayor claridad “qué decir” o más bien, “qué pedirles” a aquellos hombres que “están ahí” pero en un lugar quizá más pasivo de acompañamiento: convocarlos a participar más activamente en los distintos espacios que tenemos en la Asociación y en donde su rol y su mirada de padres / abuelos / hermanos es más que enriquecedora. Nos complementa, nos desafía y nos enriquece. Y fundamentalmente, es otro espacio más desde donde ejercer su rol acompañando a sus hijos/as, nietos/as y hermanos/as, desde la convivencia con otros pares con y sin síndrome de Down.
Personalmente, creo que este es “un trabajo en equipo”. Los invito a acercarse a los grupos de contención y apoyo, a animarse a coordinar espacios, a compartir actividades con sus hijos-nietos-hermanos y a compartir ideas, experiencias y por qué no, sus miedos, necesidades e incertidumbres.
ASDRA es una Asociación de familias. Y como tal, la conformamos entre todos y todas. Renovarnos y sumar opiniones nos aporta perspectiva, inclusión y diversidad. Los esperamos para seguir compartiendo esta enorme tarea que nos aúna y hermana, la de crianza y apoyo de nuestros familiares con síndrome de Down, en busca de una mejor calidad de vida para ellos y para nosotros también.
Por Valeria Follonier, Prosecretaria y miembro de Comisión Directiva de ASDRA
Referente de la Comisión de Diversidad y Género de ASDRA
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