Desde que nacemos nos acompañan los versos o cantos que mamá, papá o algún adulto nos cantaban para hacernos dormir, para hacernos jugar o para enseñarnos algunas cosas.
“Arroró mi niño
arroró mi amor
arroró pedazo
de mi corazón”
“A la lata
al latero
a la hija
del chocolatero”
“Saco una manito
la hago bailar
la cierro, la abro
la vuelvo a guardar”
Con estas o tantas otras cancioncitas podríamos armar un cancionero familiar de acuerdo a los cantos y a las costumbres de cada familia.
Sin darnos cuenta, aprendemos a reconocer los sonidos que irán alimentando un bagaje de información con sentido y con palabras que nos harán conocer el mundo.
Las palabras son los nombres de las cosas. Las palabras “suenan”.
Cuando nacemos nos ponen un nombre. Nuestro nombre también “suena”. El nombre propio nos diferencia y nos hace únicos. Sin embargo, para escribir nuestro nombre se usan letras que suenan de una manera en nuestro nombre y de otra manera si las combinamos distinto. Estas nuevas combinaciones harán decir otros nombres de otras personas o de otras cosas.
Cuando leemos y cuando escribimos necesitamos letras para que suenen las palabras que escribimos. Es decir, necesitamos letras que hagan decir.
La lectura y la escritura son procesos distintos pero se desarrollan de forma paralela. Aprender a leer y aprender a escribir son habilidades diferentes del desarrollo del lenguaje pero que se aprenden en un proceso integrador, dinámico y constructivo. No existe un espacio sólo para leer o sólo para escribir. Pero sí es importante saber que la lectura ofrece menor dificultad cognitiva y motora que la escritura. Por eso es común que muchas personas muestren primero sus habilidades lectoras mientras continúan construyendo su capacidad para escribir.
Los niños y las niñas entienden, de alguna manera, que escribir es dibujar con signos convencionales lo que se habla, lo que se quiere contar, cómo se quiere contar o lo que se escucha leer, claro, porque alguien lo escribió. Tendrán la necesidad de adquirir más recursos para expresarse por escrito. Con esta estrategia, estarán listos para comprender el uso de todos los signos del lenguaje escrito, de manera natural, cuando los necesiten, y no como un sistema aislado cuyo uso se dé conforme a reglas. Es decir, sin que tenga nada que ver con el significado que representan.
El sentido de los textos que se leen se reconstruye en la interacción entre el texto escrito y la experiencia del lector. Los textos son construidos por el lector. El lector completará el sentido del texto a partir de su conocimiento de mundo, su experiencia previa y su relación con el mundo letrado. Los textos se escriben para ser leídos.
Los niños y las niñas asimilarán que leer es interpretar lo que alguien escribió. Leer es comprender el contenido del texto al que se enfrentan. Lo harán de manera autónoma o al escuchar leer. El recorrido será personal porque cada lector hará su propio camino. Como dije anteriormente, según sus experiencias previas, su conocimiento de mundo, sus posibilidades sociales e intelectuales.

Mi experiencia de años como maestra alfabetizadora me permitió entender que la lectura es un objetivo que va más allá de la alfabetización escolar. Es importante aprender a leer en la escuela porque es importante leer fuera de ella. La lectura nos hace libres. Nos permite conocer mundos posibles y nos permite saber elegir. La lectura nos da autonomía.
Si estuviéramos en la escuela diría que es importante seguir una secuencia lógica del proceso. Elegir un texto con el fonema a aprender. Comenzando por el nombre propio, por ejemplo. Narrar textos con mucha expresividad. Después se puede aprender una canción que incluya dicho fonema. Finalmente, se responderán preguntas cuyas respuestas lleven el fonema. Por ejemplo, se puede crear un sencillo relato en cadena usando palabras con dicho fonema. Además, será necesario que el niño identifique en un texto palabras con el fonema de estudio. Se divierten mucho cuando encuentran sonidos parecidos en los nombres de los compañeros. Es conveniente dejar que el niño juegue a decir palabras que inicien con el sonido de letra o palabra a aprender. También se puede permitir que los niños escriban al dictado palabras en el pizarrón.
Seguramente conocerán a alguna persona que aprendió a leer antes de comenzar la escuela. Muchas personas aprenden a leer fuera de la escuela.
¿Podemos ayudar desde casa a que nuestros hijos e hijas aprendan a leer? ¿Qué intervenciones favorecerían al aprendizaje de la lectura?
¡Claro que sí!
Teniendo en cuento lo planteado anteriormente, se puede concluir que será muy oportuno proponer, con intención, lecturas, juegos de rimas, cancioneros, juegos de palabras, desde muy pequeños. Todo esto ayudará a enriquecer los conocimientos previos que luego se pondrán en juego en lecturas posteriores. Lecturas que harán de manera autónoma o en la enseñanza formal, es decir, en la escuela.
Presenciar actos de lectura también forma parte de ese aprendizaje. Leerles con expresividad textos cortos donde los ayudemos a reconocer sonidos o nombres de los personajes, o de algún elemento de la historia, hablar de lo que les leemos, preguntarles cuál es la parte que más les gustó, la que más les dio miedo o la que más les hizo reír, ir y venir con los libros, buscando personajes favoritos, resaltando algún momento de la historia para releer sólo esa parte, son algunas de las estrategias que sugiero para hacer en casa.
Buscar un momento para leer en familia, en el jardín de casa, antes de dormir. Armar rituales cotidianos que permitan encontrarse con los libros es una estrategia fundamental. Actuar como lectores para formar lectores.
Puedo enseñar mejor a leer a mi hijo o hija si yo leo, si me ven leer y si comparto lecturas con ellos o ellas.
No importa cuánto tarden en aprender, lo que importa es que no pierdan el interés. Lo que importa es sostener en el tiempo y compartir con nuestros hijos e hijas estos momentos genuinos de lectura en casa.
Por Sabrina Herreros, miembro de Comisión Directiva de ASDRA
¿A vos, qué te cantaban cuando eras una niña o un niño? ¿Qué historia te gustaba más o te sigue gustando? ¿Y a tu/s hijo/a/s?
Lili
Sabrina
Leer nos hace libres!! si, nos permite viajar, volar, imaginar. Llorar de emoción. Encontrarnos. Reconocernos y conocer a otros. Escribir dibuja esos sentires.
Descubrir el mar en un caracol… las palabras son mágicas.
Caracola (García Lorca)
Me han traído una caracola
Dentro le canta
un mar de mapa.
Mi corazón
se llena de agua,
con pececillos
de sombra y plata.
Me han traído una caracola.
Sabri
Gracias Lili! Hermoso poema del queridísimo Lorca!