Al momento de pensar en autonomía e independencia es inevitable llevarlo a la propia experiencia de vida. Para muchos queda simbolizado en un momento particular de la vida: como el irse de la casa de los padres o formar pareja. Sin embargo, la autonomía e independencia es en realidad un proceso más abarcativo, global y constante en la vida de las personas. Podemos pensar su inicio desde el momento en que se comienzan a realizar actividades o tareas por uno mismo y la dependencia de los padres empieza a no ser tan necesaria. Así, surgen múltiples escenarios posibles de acuerdo a la singularidad de cada niño/a y en relación a su entramado e historia familiar. Por lo tanto, podemos pensar a este proceso como un amplio abanico de posibilidades, donde se pondrán en juego las relaciones vinculares, los ideales y miradas familiares, así como también la dificultad de las tareas y actividades a realizar. No podemos pensar a la autonomía e independencia sin estas variables singulares. El inicio de la autonomía implica un camino de separación paulatina de los padres.
Sin embargo, cuando hablamos de personas con síndrome de Down suelen generarse en los padres muchas preguntas respecto del futuro de sus hijos y un anhelo de garantía al respecto. Se espera algo que garantice que sus hijos/as “podrán”. Surgen las preguntas respecto de las capacidades, lo que puede o no puede hacer, lo que le sale, lo que quiere o si en algún momento será “totalmente” independiente. Cada familia, como con cualquier instancia inesperada de la vida, responderá de acuerdo a sus propios recursos y tiempos. De esta manera, pueden surgir en las familias variadas respuestas o formas de hacer frente a esa incertidumbre. Las habrá más ansiosas, que irán a un lugar de intentar recuperar “algo perdido”, entrando así en una vorágine de actividades de estimulación y terapias; o también las que respondan desde un lugar más depresivo, donde cuesta encontrar el sentido de recurrir a tratamientos, talleres, entre otros. En consecuencia, la pregunta por la autonomía e independencia toma un lugar de suma preponderancia, que encubre el ‘¿Qué será de él/ella cuando no estemos?’.
Esta pregunta, que busca una respuesta certera y tranquilizadora en los padres, es en verdad un interrogante con el cual convivir. La misma tendrá, en realidad, mayor relación con el camino singular que cada joven emprenda, así como también con las herramientas que ha podido aprehender y las oportunidades con las que contará. De ahí la importancia de construir fuertes redes sociales que funcionen de apoyos. Apoyos que todos necesitamos y usamos.
Lic. Lucas Liporace
¿Qué tipo de ayudas necesita tu familia en pos de la vida independiente?